SWIFT, el arma estratégica de Occidente para atacar la hucha de Rusia: qué lo hace tan importante

Putin Swift
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El conflicto que late en Ucrania se está librando en varios frentes. La guerra sobre el terreno es la que habitualmente resulta más impactante, y también la que acapara más titulares, pero no es en absoluto la única forma de infligir daño a las naciones rivales. En un mundo globalizado e hiperconectado como el actual atacar el bolsillo del enemigo puede ser tan eficaz como dañar sus infraestructuras críticas.

Estados Unidos, la Unión Europea y Gran Bretaña están desplegando un paquete de medidas que persigue, precisamente, imponer sanciones económicas severas a Rusia como respuesta a las últimas decisiones tomadas por el Gobierno liderado por Vladímir Putin para reforzar su postura frente a Ucrania. Hay muchas formas de erosionar el sistema financiero de un país, y una de las más eficaces requiere bloquear sus bancos y aislarlo de las economías con las que tiene una mayor relación de interdependencia.

Este es el contexto ya indiscutiblemente bélico en el que los países occidentales han puesto sobre la mesa la posibilidad de expulsar a Rusia del sistema bancario internacional SWIFT. Varios expertos han comparado el impacto destructivo que tendría esta medida sobre el sistema financiero de Rusia con el lanzamiento de un arma nuclear sobre una gran ciudad. Esta metáfora describe intuitivamente que las economías occidentales también se verían dañadas por esta medida, por lo que no puede ser tomada con ligereza.

Según Reuters la expulsión de Rusia del sistema bancario SWIFT ha sido propuesta por los países bálticos, entre los que se encuentran Polonia, Estonia, Letonia o Lituania, pero por el momento Estados Unidos y la Unión Europea en su conjunto han frenado esta medida debido no solo al gran impacto que tendría sobre la economía global; también podría comprometer muy seriamente el papel preponderante que tiene el dólar en los mercados internacionales. Así de importante es el sistema SWIFT.

SWIFT: qué es y cómo funciona

Entender en qué consiste el sistema bancario internacional SWIFT no es difícil. Este acrónimo procede de la denominación en inglés Society for World Interbank Financial Telecommunication, e identifica, sencillamente, al proveedor de servicios que se responsabiliza de administrar de forma segura las transacciones que llevan a cabo los bancos de todo el planeta.

Esta organización es también la responsable de gestionar la infraestructura que necesitan las entidades bancarias para poder llevar a cabo las operaciones de carácter internacional que realizan entre ellas.

Expulsar a un país del sistema SWIFT es el equivalente a aislarlo del sistema bancario internacional

Lo que acabamos de ver nos permite intuir sin esfuerzo que expulsar a un país del sistema SWIFT es el equivalente a aislarlo del sistema bancario internacional. Y es evidente que una medida como esta tendría un impacto profundo tanto en su sistema financiero como en los de aquellos países con los que se relaciona. Todo lo que hemos visto hasta ahora parece sugerirnos que la red SWIFT es algo heterogéneo y muy alejado del ciudadano de a pie, pero nada más lejos de la realidad.

De hecho, las personas que tenemos una cuenta bancaria podemos necesitar el código SWIFT de nuestra entidad, conocido también como BIC (Código de Identificación Bancaria), para llevar a cabo transacciones internacionales.

Esta cadena alfanumérica (está constituida tanto por caracteres como por dígitos) identifica sin ambigüedad el banco y la sucursal que están involucrados en una transacción, y puede tener ocho u once caracteres. Si tiene ocho identificará únicamente la oficina central de la entidad bancaria, pero si utiliza once caracteres estará identificando también la sucursal.

Esta es la estructura que tiene el código SWIFT de una oficina bancaria:

  • Los cuatro primeros caracteres identifican la entidad bancaria. Por ejemplo, el Banco Santander tiene asignados los caracteres 'BSCH', mientras que ING Direct utiliza la cadena 'INGB'.
  • Los dos siguientes caracteres identifican el país en el que reside la entidad bancaria. Los utilizados por los bancos españoles son 'ES'.
  • Los dos próximos caracteres, los que ocupan las posiciones séptima y octava en el código SWIFT, identifican la localidad en la que reside el banco. Como ejemplo, Madrid tiene asignados los caracteres 'MM'; Barcelona, 'BB'; y Valencia, 'VV'.
  • Los tres últimos dígitos son opcionales, pero si aparecen identifican la oficina o sucursal en la que reside la cuenta bancaria que está involucrada en la transacción internacional.

Como acabamos de ver, no es difícil interpretar un código SWIFT si estamos familiarizados con la entidad bancaria a la que está vinculado. El del Banco Santander es 'BSCHESMMXXX'; el de ING Direct, 'INGBNL2AXXX'; el del BBVA, 'BBVAESMMXXX'; y el de Caixabank, 'CAIXESBBXXX'. Hemos elegido estas entidades bancarias para ilustrar con claridad el significado que tiene el código SWIFT, pero cualquier otro banco español o extranjero se identifica en las transacciones internacionales utilizando este mismo procedimiento.

Antes de seguir adelante merece la pena que nos fijemos en algo importante. Acabamos de ver que el código SWIFT identifica tanto la entidad bancaria como la oficina involucradas en una transacción, pero no hace referencia a un número de cuenta concreto.

Esta es la razón por la que en algunas transacciones los usuarios podemos vernos obligados también a indicar un número IBAN, que, a diferencia del código SWIFT, identifica una cuenta bancaria concreta para que pueda ser utilizada en operaciones internacionales. De hecho, el acrónimo IBAN procede de la denominación en inglés International Bank Account Number (número de cuenta bancaria internacional).

Las opciones de Rusia: SPFS y las criptomonedas

Ya sabemos para qué utilizan los bancos los códigos SWIFT, pero no debemos pasar por alto que este sistema es mucho más que un montón de códigos de identificación de entidades bancarias. La organización que los administra proporciona también los protocolos y los mecanismos necesarios para efectuar las transacciones internacionales con seguridad, por lo que excluir a un país de este sistema en la práctica le impediría llevar a cabo transacciones con las entidades extranjeras que continúan utilizándolo.

Esta medida, si la escalada bélica continúa y finalmente Occidente decide ejecutarla, obstaculizaría dramáticamente las exportaciones rusas, y, como es lógico, el negocio de las empresas que viven de ellas se iría a pique. La consecuencia más evidente que tendría es que la economía rusa quedaría en gran medida encerrada sobre sí misma y sin posibilidad de intervenir en los mercados internacionales. No obstante, en este ámbito Rusia no se ha quedado de brazos cruzados.

Y es que coincidiendo con la adhesión de la península de Crimea a Rusia en 2014, y en previsión de que Estados Unidos y Gran Bretaña pudiesen expulsar al país liderado por Putin del sistema SWIFT, este último puso en marcha su propio sistema de transacciones bancarias, conocido como SPFS.

Por el momento solo algo más de 400 entidades bancarias utilizan la red SPFS rusa

La mala noticia para Rusia es que por el momento solo algo más de 400 entidades bancarias lo utilizan. La mayoría son rusas, pero también se han adherido a esta red unos pocos bancos suizos, alemanes, armenios o kazajos, entre otras nacionalidades. Es evidente que a SPFS le queda mucho trabajo por hacer y mucha confianza por recabar para ser relevante.

No obstante, la red SPFS no es la única baza que tiene a su alcance Rusia para contrarrestar, si es que finalmente llega, su exclusión del sistema SWIFT. Como os hemos explicado hoy mismo en otro artículo, Rusia puede esquivar en cierta medida las sanciones económicas impuestas por Occidente utilizando las criptomonedas.

Estas divisas virtuales ya están siendo empleadas por Corea del Norte e Irán para operar de una forma paralela al sistema financiero global, y llegado el momento Rusia podría hacer lo mismo. De hecho, incluso China está pergeñando desde hace meses una versión virtual de su yuan. Pase lo que pase será mejor que nos abrochemos el cinturón. Vienen curvas.

Imagen de portada | Evgenia Novozhenina/Reuters

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