El problema de sobrecalentamiento de los nuevos iPhone es real. No ocurre a todo el mundo (a quien escribe estas líneas por ejemplo, ni una sola vez), pero como ocurrió con el teclado mariposa de los MacBook, que no todo el mundo lo experimente no implica que no exista.
Los estupendos iPhone 15 Pro y 15 Pro Max han sufrido un derrape en su lanzamiento comercial que terminó siendo reconocido por la propia Apple, que admitió que algunas condiciones pueden hacer que el iPhone se caliente más de lo esperado, apuntando entre otras causas a un bug de iOS 17 y a algunas aplicaciones de terceros mal implementadas.
Aunque este problema, como es de esperar, termine siendo efímero, la lección que nos debería dejar es permanente: protege tu teléfono del calor.
Hábitos cotidianos
El sobrecalentamiento de un teléfono es un peligro para su funcionamiento y su longevidad. Sobre todo para su batería: cuanto más experimente temperaturas demasiado elevadas, más se resentirá su salud a largo plazo. Por un día no pasará nada, por dos quizás tampoco, pero si lo exponemos con frecuencia a ese escenario, su capacidad máxima de carga se irá reduciendo con el paso del tiempo.
En los últimos años, este asunto ha sido una preocupación creciente, pero con el iPhone 14 Pro y la llegada de este último verano, la situación ha ido mucho más allá, con una cierta obsesión cada vez más extendida en torno a la salud de esas baterías. Con los iPhone 15, Apple ha añadido un controlador que permite mostrar el número de ciclos de carga que lleva cada batería.
Si a alguien le preocupa este tema, no tiene sentido que no le preocupe el efecto del calor. Ya sea por un sobrecalentamiento asociado a un bug y a aplicaciones no del todo bien implementadas (Apple apuntó a Instagram, Uber y Asphalt 9), o ya sea por circunstancias cotidianas que podrían ser corregidas.
Por ejemplo, el uso de la carga inalámbrica, especialmente la Qi (no la MagSafe ni la Qi 2), que además de suponer tan solo un 50% de eficiencia energética, suele elevar la temperatura.
También lo es la carga rápida cuando no necesitamos ese extra de velocidad, y simplemente nos acostumbramos a usar ese cargador incluso de noche mientras dormimos, cuando no tenemos ninguna necesidad de velocidad, y por tanto sometemos a la batería a un estrés innecesario.
Luego está el uso de cargadores de baja calidad. Comprar un cargador por un par de euros suena tentador para salir del paso sin gastar mucho dinero, pero puede ser el mejor camino para degradar rápidamente nuestra batería, cuando no algo peor. No hace falta irse a los cargadores de los propios fabricantes: basta con asegurarse de que son fabricantes fiables que cumplen con el estándar USB-C y, si lo requerimos, el Power Delivery.
Para quien sea un jugador intenso en su smartphone, quizás pueda experimentar picos de temperatura muy altos por el uso sostenido de muchos recursos gráficos. En esos casos, donde un uso concreto cotidiano dispara durante un tiempo la temperatura del teléfono, puede tener mucho sentido usar productos como el ventilador de Razer para móviles. Algunos gamepads tienen ventiladores apuntando directamente a la batería.
Lo de la refrigeración para quien pasa horas jugando no es un asunto menor. No solo es que los móviles orientados a estos usuarios hayan diseñado el teléfono con una fuerte disipación del calor en mente, es que incluso llegan con su propia refrigeración externa, como el Asus ROG Phone 7.
No hace falta ser gamer para corregir ciertas acciones que implican calor para nuestro smartphone. Dejarlo expuesto al sol es otro tipo de acción fácilmente evitable pero en la que caemos con frecuencia, al dejarlo sobre la toalla en un día de playa, en la mesa de la terraza de un bar o en e- l salpicadero del coche.
Tampoco se trata de tratar a nuestro smartphone como si fuera un bebé del que cuidar y responsabilizarse, añadiendo otra preocupación constante a nuestro cerebro con algo que debería servir para reducirlas, no para generar nuevas. Pero si podemos prolongar la vida útil de nuestra batería con algunas prácticas sencillas, por qué no hacerlo. La autonomía de nuestro smartphone a medio y largo plazo, y su futuro valor de reventa, nos lo agradecerán.
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Imagen destacada | Lasse Jensen en Unsplash.
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