"Nada volverá a ser igual". Fue uno de los mantras que escuchamos durante los meses más duros de la pandemia de Covid-19 y los primeros meses postconfinamiento. También aquello de que "de esta saldremos mejores", que suena ya tan lejano. Y lo cierto es que algunas cosas han cambiado, pero no tanto en movilidad.
Si nuestras ciudades se llenaron de bicicletas y de urbanismo táctico que, en algunas urbes, ha desaparecido progresivamente, nuestros cielos vuelven a estar igual de colapsados que antes de la pandemia. Se esperaba que ésta redujera los viaje, especialmente de larga distancia y de trabajo, pero meses después nos encontramos en la misma situación que antes de 2020.
La gente quiere viajar. Y le da igual que sea por trabajo o por turismo. De hecho, los vuelos por motivos laborales han vuelto a multiplicarse y ya se alcanzan los niveles de hace dos años. Las videollamadas y las reuniones han distancia no han podido con algo tan humano como viajar, conocer lugares y personas nuevas y estrechar lazos con relaciones cara a cara.
Vuelven los gigantes de los cielos
Aunque en los últimos años se ha popularizado el Fligskam (vergüenza a volar) y buena parte de los países europeos están rescatando el tren como medio de transporte prioritario para reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera, lo cierto es que el nuevo estallido del turismo en 2022 ha rescatado unas aeronaves que parecían condenadas a la extinción: los aviones extraordinariamente grandes.
Abandonados durante meses y con su futuro puesto en duda, aviones como el Airbus A380, con capacidad para transportar a más de 600 personas, parecían condenados a la extinción. Tan condenados que, de hecho, en diciembre de 2021, Airbus anunció que entregaba la última unidad que fabricaría de este modelo. Muy pronto le sucederá lo mismo al Boing 747.
Según recoge Bloomberg, los vuelos con superjumbos ya representan el 60% de los viajes que realizaban antes de la pandemia de coronavirus. British Airways, por ejemplo, ya realiza más traslados de este tipo que antes de 2020. Y aerolíneas como Qantas (compañía australiana), refuerza una posición en la que ya estaban bien situados, con vuelos de gran tamaño para sus largos recorridos entre Reino Unido y Nueva York hasta Australia. De hecho, planean tener operativa la mitad de su flota a finales de este año y poner a trabajar otros 10 aviones de gran tamaño reacondicionados en 2024.
Uno de los motivos por los que estos gigantes estaban en claro retroceso se debía a su alto consumo de combustible. Las aerolíneas preferían mover un mayor número de aviones más pequeños que estos mastodontes aéreos, pues suponía un consumo de combustible más bajo. Ahora, sin embargo, el uso de estos aviones puede compensar la contratación de nuevos empleados, anteriormente reducida con la llegada de la pandemia.
Además, en este tipo de vuelos siempre se ha apostado por el lujo como valor añadido, un atractivo que está renaciendo en los cielos. Para muestra, el Airlander 10 que surcará los cielos españoles. En este caso, la aeronave más grande del mundo también añade una apuesta por un mayor respeto por el medio ambiente.
En este contexto, Bloomberg apunta a que en este mes se realizarán hasta 4.000 vuelos con Airbus A380 y que en enero de 2023 ya hay programados 6.000 trayectos en los que se utiliza este avión. Medios relacionados con el sector de la aviación apuntan a que empresas como Luthansa estarían interesadas en reactivar su producción.
Otras voces apuntan a que este repentino renacimiento de los superjumbos es sólo una cuestión temporal y que no se volverá atrás. Los altos costes del carburante, ahora en niveles de récord, pueden terminar de matar un medio de transporte que ya pasaba por sus horas más bajas antes de 2020.
Anne Rigail, directora francesa de Air France-KLM, aseguró recientemente que "los costes eran tan altos que nos interesaba cambiar a aviones de nueva generación que sean más eficientes en combustible. Los A380 se colocaron en las rutas más importantes, pero eran bastante complicados de llenar”, en relación al retiro de sus Airbus A380 dos años antes de lo previsto.
Foto | Simon Infanger
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