"¿Estás leyendo esto sentado? ¡Insensato!" Ese sería probablemente el discurso de los defensores de las standing desks, esas mesas para trabajar de pie que se han puesto de moda en Silicon Valley y que han provocado cierta fiebre por esa filosofía en la que lo de trabajar sentado se ha convertido en algo comparable a fumar. Spoiler: no lo es.
Es cierto que esta vida sedentaria no nos favorece mucho: estamos cada vez más gorditos, nos movemos menos de lo que deberíamos, y eso puede tener cierto impacto en nuestra salud. Y ahí es donde llegan las standing desks, con la promesa de cambiar nuestras vidas a mejor y de hacerlo por el mero hecho de levantar el culo del asiento de una vez. Esta ha sido nuestra experiencia con una de estas mesas para trabajar de pie.
Investigaciones a favor de las Standing Desks...
Diversos estudios como éste de WebMD y este del American Journal of Epidemiology revelan que estar sentado durante largos periodo incrementa los riesgos en todo tipo de causas de mortalidad. Hay ejemplos claros como enfermedades cardiovasculares, diabetes u obesidad, y de hecho en el primer estudio se afirma que la gente que se sienta la mayor parte del día tiene un 54% más de probabilidades de morir de un ataque al corazón. Una cifra que asusta, desde luego.
Estar sentados hace que quememos menos calorías por hora, o que parte de los músculos que sí trabajan cuando estamos de pie (cuádriceps y glúteos) estén inactivos, algo que impide que la actividad de la lipoproteína lipasa -algo así como una "aspiradora de grasas" en el torrente sanguíneo- se reduzca a niveles mínimos.
Estos problemas y riesgos no se solucionan por el mero hecho de hacer ejercicio o ir al gimnasio de forma regular -cuidado, porque aunque los riesgos no cambian siempre será más saludable hacer ejercicio que no hacerlo en todo tipo de escenarios-, sino que los expertos recomiendan hacer pausas cada cierto tiempo para no prologar esos periodos en los que estamos sentados.
Este tipo de estudios fueron probablemente uno de los detonantes del éxito de las mesas para trabajar de pie, más conocidas por su nombre en inglés, standing desks, y que en los últimos tiempos se han convertido en uno de los elementos más atractivos para esos trabajadores que pasan muchas horas sentados y quieren tratar de cambiar esos ritmos sedentarios con este tipo de mesas.
... y en contra
Y sin embargo, existen otros estudios que no parecen encontrar esa correlación tan clara que otros sí encuentran entre estar sentado y los riesgos a la salud. De los 43 estudios analizados en este informe de la American Journal of Preventive Medicine ninguno parecía arrojar pruebas claras.
La conclusión de ese informe era tan contundente como sus contrarréplicas: "se han encontrado evidencias limitadas que apoyan una relación positiva entre estar sentados de forma ocupacional y los riesgos a la salud. La heterogeneidad de los diseños de los estudios, de sus medidas y sus conclusiones hacen difícil establecer conclusiones definitivas en este momento", indicaban.
Otro de los estudios que no apoyaban los efectos beneficiosos de trabajar de pie era el publicado en Time en 2011, y que citaba a su vez la investigación de Alan Hedge, un experto en ergonomía que explicaba que cambiar a una de estas mesas podría ser perjudicial para la salud, especialmente si se hacía de forma incorrecta. "Se sabe desde hace tiempo que trabajar de pie es problemático porque resulta más cansado, incrementa de forma dramática los riesgos de arterioesclerosis y la carga adicional del sistema circulatorio, y también incrementa los riesgos de tener varices". Viniendo de alguien que precisamente parece más inclinado a favorecer productos como sillas orientados a la ergonomía, sus conclusiones parecen coherentes con ese campo, desde luego.
Una fuente más: en The Boston Globe continuaban con ese debate entre las ventajas o inconvenientes de este modo de trabajar, y además de citar estudios como los que hemos mencionado también aprovechaban para incluir los comentarios de otros expertos que en junio de 2014 realizaron otro estudio al respecto. Uno de esos investigadores, el doctor James Levine de la Clínica Mayo en Arizona, indicaba que "creo que es correcto decir que estamos en mitad del movimiento a favor de estar de pie, pero el énfasis debería estar en moverse. No quiero que la gente piense que deberían estar de pie y quietos como soldados. Esa no es una buena idea".
Standing Desks (y accesorios) para todos los gustos
En Xataka hemos tenido la oportunidad de comprobar si el "milagro" de las mesas para trabajar de pie era tal. Uno se lee artículos como el de The New Yorker -personalmente el tono parece más de telepredicador que de periodista- en el que uno de sus trabajadores lo probaba y a los cuatro días ya sentía grandes cambios y espera que también para él (para mi) se haga la luz. ¿Es así?
Hoy en día existen todo tipo de alternativas para dar el salto a este tipo de forma de trabajar, desde las más tecnológicas a simples apaños que adaptan nuestra propia mesa y que de hecho ni tendremos que comprar: uno se puede montar una mesa para trabajar de pie con un poco de ingenio y objetos como libros o cajas apiladas que nos permitan trabajar en esa posición.
En nuestro caso quisimos irnos a una solución intermedia y pudimos probar la mesa Bekant que IKEA ha adaptado recientemente para ofrecer esa versión que integra unas patas telescópicas y un motor que permite controlar la altura en todo momento. El montaje es bastante sencillo y simplemente necesitaremos una toma de corriente para poder utilizar el motor que permite modificar la altura de la mesa. Un dato curioso e interesante (sobre todo si uno tiene niños): en la caja de control para subir o bajar la altura existe un mecanismo de seguridad que hace que sólo insertando una llave cilíndrica de plástico podamos activar ese movimiento, porque de lo contrario el mecanismo estará bloqueado.
Algunos usuarios recomiendan que además de la mesa se utilice algún tipo de alfombra ergonómica antifatiga, pero en nuestro periodo de pruebas no hicimos uso de ellas, aunque puede que en mi caso concreto (más sobre esto a continuación) ese accesorio valiese la pena. De hecho, un grupo de emprendedores ha creado un accesorio específicamente orientado a esos usuarios: The Level, un curioso (y caro, 289 dólares del ala) pedestal que bascula y que permite que no se produzca esa tensión habitual al mantener la posición durante periodos prolongados.
La cosa puede ir más allá, desde luego. ¿Por qué estar parados de pie cuando existen unos inventos fabulosos llamados cintas de correr (y andar)? Los fans de este tipo de filosofía de trabajo ya hace tiempo que sumaron a las mesas para trabajar de pie estas cintas andadoras de forma que andásemos mientras trabajamos. Cinturón negro quinto dan en esto de trabajar de pie, desde luego, y algo que el mismísimo Linus Torvalds aprovecha (aunque no parezca notarse demasiado en su línea).
De hecho esas modalidades van más allá y hay quien trabaja de pie con pequeñas bicicletas elípiticas, con bicicletas estáticas o reales que no son elípticas, o accesorios más mundanos como cilindros de foam que permiten descansar un poco los pies cuando ya no aguantamos más en la misma postura. Todo un mundo de posibilidades que permiten ejercitarnos mientras trabajamos... si es que logramos hacer ambas cosas a la vez. Para alguien monotarea como un servidor, esas ideas son demasiado ambiciosas.
Realidades personales: ni más energía, ni pérdida de peso
Antes de nada, conviene aclarar que tenía grandes esperanzas en este tipo de mesas por mi propia situación personal: hace años que me detectaron una hernia discal, y lo de estar mucho tiempo de pie o andando siempre ha acabado produciéndome más malestar que beneficios (al menos en esa sensación a corto plazo). El dolor de espalda y el cansancio tanto en la zona lumbar como en las piernas es algo clásico en mi en esas situaciones, y creí que las standing desks podrían ser una fantástica forma de "entrenar" mi cuerpo y acostumbrarle a que estar de pie era beneficioso para mi organismo y para aguantar esos periodos sin tantos problemas.
En estos dos meses fui incrementando gradualmente el uso de la mesa para trabajar de pie. Aunque algunos días no lograba mantener los ritmos programados por simples despistes o por circunstancias ajenas a mi (asistencia a eventos como el MWC o diversas ruedas de prensa), la idea era pasar de los ratos de 10 o 15 minutos trabajando de pie a pasar cerca de la mitad de mi jornada trabajando de pie.
Al final el objetivo parecía quizás algo precipitado, y lo máximo que he logrado trabajar de pie es unas dos horas. Tras ese tiempo era para mi necesario volver a sentarme, y desde luego no tenía esa teórica (casi prometida) sensación de que uno tiene más energía para afrontar el resto del día. Personalmente en todo este tiempo no he notado grandes mejoras en esa sensación de estar menos cansado al final del día, aunque sí es cierto que aguanto con menos esfuerzo periodos en los que tengo que estar de pie tanto parado como andando. Ojo porque de nuevo al menos en mi caso los efectos no han sido milagrosos, pero es evidente que estar de pie durante ciertos ratos prepara al cuerpo y a nuestro organismo para estarlo de forma más frecuente y prolongada.
Otro de los efectos de los que hablan los que hablan de estas mesas es el de la pérdida de peso. En mi caso no ha habido tampoco una consecuencia apreciable en esa teórica disminución de peso. Quizás debería haberlo notado -no he cambiado mis hábitos alimenticios, y ya se sabe, las abdominales se ganan en la cocina, no en el gimnasio- ya que simplemente estando de pie se queman unas 60 calorías cada hora, pero puede que de nuevo ese tipo de efectos se noten en plazos algo más prolongados.
¿Se trabaja de forma más productiva estando de pie? Algunos usuarios y medios en los que se hablaba de que uno se lograba concentrar más al estar de pie que estando sentado. De nuevo mi sensación personal es que no hay absolutamente ningún cambio al respecto, pero esa experiencia personal contrastada con otras demuestra que los efectos de trabajar en una standing desk varían enormemente de usuario a usuario.
En mi opinión, de hecho , hay una distracción importante a la hora de usar estas mesas de pie: el dolor. Estar un rato de pie hace que (en mi caso, repito) empiece a notar un hormigueo en los pies, alguna que otra molestia en la espalda (no seria, desde luego, pero aparece) y la necesidad de moverse un poco, de balancearse, de apoyar el peso sobre un pie mientras apoyamos la puntera del otro... Y se trata de reacciones que distraen del foco principal. Como decía este usuario que contaba su experiencia -y cómo abandono estas mesas- "el problema con mi mesa para trabajar de pie fue no obstante que me forzó a descansar en momentos en los que mi cerebro quería trabajar". Exacto.
Lo cierto es que como casi todo en esta vida, probablemente las mesas para trabajar de pie no son para todo -nada de trabajar todo el día así- ni para todos. Mi experiencia desde luego no parece ser consistente con esas experiencias casi "milagrosas" de las que hablan algunos usuarios y, por supuesto, los fabricantes de estas mesas, pero creo que los beneficios teóricos a la larga de usar estas mesas con moderación son interesantes.
Y sin embargo, amigos míos, después de estas más de dos horas escribiendo este texto de pie, tengo que confesarlo. Esto es un poco cansado. Con lo bien se trabaja sentado, caray.
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