La ambición de IBM en el ámbito de la computación cuántica intimida. Y bienvenida sea. A principios de noviembre de 2022 presentó Osprey, su procesador cuántico de 433 cúbits, pero tiene entre manos mucho más. Su itinerario nos anticipa que a finales de este año tendrá listo Condor, su chip cuántico de 1.121 cúbits; en 2024 llegará Flamingo, con al menos 1.386 cúbits; y en 2025, Kookaburra, con no menos de 4.158 cúbits.
A partir de ese momento la interconexión de varios de estos chips le permitirá escalar su hardware cuántico en el rango que se extiende entre los 10.000 y los 100.000 cúbits. Puede parecer un plan excesivamente optimista, pero merece la pena que nos lo tomemos en serio debido a que hasta ahora IBM ha cumplido todas las promesas que ha hecho en el ámbito de los ordenadores cuánticos. La última es la más asombrosa de todas ellas: en 2033 planea tener lista una máquina de nada menos que 100.000 cúbits. Eso sí, para lograrlo necesita ayuda.
100 millones de dólares para dar a los ordenadores cuánticos el empujón definitivo
La puesta a punto de un ordenador cuántico de 100.000 cúbits en un plazo de diez años no es ninguna fanfarronada. El último roadmap publicado por IBM prevé que a partir de 2026 esta compañía se encontrará preparada para afrontar el diseño de una máquina de más de 10.000 cúbits. Y tiene sentido. Lo tiene porque su plan no consiste en seguir complicando más y más sus procesadores cuánticos para integrar cada vez más cúbits en ellos; su estrategia persigue apostar por el desarrollo de un superordenador cuántico-céntrico.
IBM pondrá 100 millones de dólares a disposición de los centros de investigación que le ayudarán a desarrollar las innovaciones que necesita
Esta máquina combinará varios ordenadores cuánticos y clásicos que estarán conectados a través de varios enlaces cuánticos de alto rendimiento. Esta arquitectura de procesamiento de la información plantea actualmente muchos desafíos, por lo que IBM pondrá 100 millones de dólares a disposición de los centros de investigación que le ayudarán a desarrollar las innovaciones necesarias para llevar a buen puerto su superordenador cuántico-céntrico.
Por el momento ha pactado una alianza con las Universidades de Chicago y Tokio, pero pronto formarán parte de esta iniciativa otras instituciones, como el Laboratorio Nacional Argonne y el Laboratorio Nacional Fermilab, ambos en Estados Unidos. Es importante que tengamos presente que este superordenador cuántico no incorporará un único procesador de 100.000 cúbits; en realidad estará constituido por una red de máquinas interconectadas mediante enlaces cuánticos de alto rendimiento que estarán implementados utilizando cableado criogénico de alta densidad.
A finales de 2023 IBM planea tener preparados los tres pilares fundamentales de su superordenador cuántico-céntrico. El primero de ellos es el procesador cuántico Heron, un chip de 133 cúbits que, sobre el papel, aglutinará bits cuánticos de más calidad que los que incorporan los procesadores cuánticos de primera generación. Según IBM su rendimiento será más alto que el de los chips que lo han precedido y se podrá conectar con más facilidad a otros procesadores cuánticos equiparables para trabajar en paralelo.
Además, la arquitectura IBM Quantum System Two resolverá el escalado, la electrónica de control y la infraestructura de cableado criogénico de alta densidad. El tercer componente será el middleware, que es el conjunto de herramientas de software que se responsabilizará de administrar la carga de trabajo con el propósito de repartirla de forma óptima entre los superordenadores clásicos y cuánticos que formarán parte del superordenador cuántico-céntrico. Suena muy bien.
Si todo va según lo previsto este ambicioso ordenador cuántico podría resultar muy valioso en algunas áreas científicas que tienen un potencial enorme, como son el diseño de nuevos materiales, la comprensión de algunas reacciones químicas y el conocimiento detallado de determinados procesos moleculares. En la práctica podría ser utilizado, entre otros fines, para desarrollar nuevos fármacos.
Además, cabe la posibilidad de que esta máquina cuántica tenga la capacidad de enmendar sus propios errores, un hito que, si finalmente llega, marcará un punto de inflexión muy profundo en el ámbito de la computación cuántica. De algo podemos estar seguros: durante la próxima década vamos a ser testigos de los mayores avances de la historia de la computación.
Imagen de portada: IBM
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