Cuando el gobierno de la India anunció una batería de sanciones a productos y servicios ofertados por empresas chinas, el destino de una aplicación llamó poderosamente la atención: TikTok. La plataforma es una de las más populares entre los adolescentes de todo el planeta, cuestión igualmente cierta para los indios. Sólo en 2019 representó el 30% de sus nuevos usuarios, más de 660 millones.
Ahora TikTok podría sufrir el mismo destino en otros países.
Anglosajones. Uno de ellos podría ser otro mercado capital: Estados Unidos. Lo ha sugerido el Secretario de Estado, Mike Pompeo: "No quiero pasar por encima del presidente, pero es algo que estamos estudiando". ¿Recomendaría descargar la aplicación a alguno de los millones de adolescentes interesados en ella? Le cuestionó un periodista. "Sólo si quiere que sus datos personales terminen en manos del partido comunista chino", respondió, en una retórica claramente alarmista.
Más ejemplos. Estados Unidos no es el único país que ha colocado sobre la mesa la prohibición de TikTok. Australia lleva meses debatiendo sobre el asunto. Diversos políticos han planteado, como mínimo, investigar cómo gestiona la aplicación los datos personales de sus usuarios. Las voces más suspicaces consideran que la frontera entre TikTok y las autoridades chinas es muy difusa, lo suficiente como para sospechar de usos malintencionados, deep fakes y programas de reconocimiento facial.
¿Es así? Lo cierto es que TikTok lleva cierto tiempo en el desfiladero. La red está llena de teorías y explicaciones más o menos plausibles sobre la inquietante gestión de información que realiza la información. TikTok recopilaría todos los datos sobre nuestro dispositivo, incluyendo el historial de apps, de IPs utilizadas y de geolocalización. También configuraría un servidor proxy local en el móvil para "convertir archivos" reutilizables por otros. Información sensible cuanto menos.
Otros análisis han ahondado en los mismos problemas.
El contexto. Nada de lo anterior prueba que TikTok vulnere más que otras aplicaciones la privacidad de sus usuarios, o que ceda esa información al gobierno chino. Son suposiciones, alimentadas por un contexto geopolítico volátil. China mantiene una guerra comercial con EEUU y un conflicto fronterizo con la India. Ambos países tienen incentivos para penalizar a las empresas estratégicas de China. TikTok, la primera red social china que genuinamente conquista el mundo, lo es.
Huawei. Es el mejor ejemplo de todo lo anterior. En pleno clímax de la guerra comercial, gobiernos europeos y americanos, impulsados todos ellos por Estados Unidos, ofrecieron argumentos similares a los esgrimidos ahora para vetar a Huwaei. Se quedó sin soporte Google, perdió el desarrollo de las redes 5G en numerosos países e incluso la posibilidad de vender sus dispositivos en suelo estadounidense. ¿Era una tapadera del gobierno chino? Daba igual. Lo relevante era la pugna geopolítica.
Ida y vuelta. Es el reverso de una práctica, la de vetar o censurar el funcionamiento de determinadas aplicaciones extranjeras, que China lleva aplicando décadas a toda clase de servicios, desde Gmail hasta Instagram, pasando por Spotify. Más allá de las genuinas preocupaciones que TikTok, una app que ha conquistado a los adolescentes de todo el mundo, despierta, su sino está atado ahora al China. Y a sus relaciones con otros países. Ahora mismo, sus perspectivas no son alentadoras.
Imagen: wim hoppenbrouwers